Antes de la rescisión en agosto del contrato de Halilhodzic, el anteriorseleccionador, apenas se disimulaba el clamor popular contra el técnico,enfrentado a un auténtico ídolo nacional. “No puedo convocar a Ziyech niaunque fuera Messi. No fue disciplinado en los últimos partidos y se abstuvode entrenar. No tolerare ese comportamiento. Ya le perdone dos veces. No hayuna tercera”, dijo en febrero. Hay mucha bruma sobre el origen del conflicto.Ziyech ya había tenido roces que se resolvieron con otro seleccionador, HervéRenard.
Ziyech había hecho pública su renuncia a la selección, en la que no jugabadesde la Copa de África 2021. Pero la Federación marroquí acabó cediendo a lapresión de los aficionados, que reclamaban el regreso del mago y de otrosjugadores vetados como Mazraoui. Ziyech reapareció en los amistosos deseptiembre, ya tres días del comienzo del Mundial afinaba su zurda con ungolazo ante Georgia desde su campo.
Nacido en Dronden, a 80 kilómetros de Ámsterdam, Ziyech es hijo de una parejade bereberes inmigrantes procedentes del Rif. Su padre falleció de esclerosiscuando Ziyech tenía 10 años, y su madre se deslomaba limpiando pisos paramantener a nueve hijos. Ziyech era el menor, y en su juego habita ese singularaire callejero que forjó en los suburbios de Dronden. “Hay cosas que sucedíancuando era pequeño, jugando en la calle, que te hacen más duro como persona.Me enfrentaba con chicos mayores que jamás retrocedían. Incluso cuando lesdemostrabas que tú jugabas mejor, ellos te seguían golpeando. Eso te ayuda acrecer”, afirma.
Reclutado por la academia del Herenveen, debutó con el primer equipo a los 19años, en 2012. Su técnico era nada menos que Marco Van Basten, que le dirigiódos temporadas. En la primera de ellas, casi sin minutos, Ziyech ya se quejabade que su evolución habría sido más rápida si Van Basten lo hubiera manejadode otra forma. El exinternacional englandés calificaría de “acto estúpido” ladecisión de Ziyech en 2015 de enrolarse en la selección marroquí cuando podíahaberlo hecho en Países Bajos. “Yo solo quiero jugar. No hablo el idioma, perosé de donde vengo”, dijo. Había vestido la camiseta naranja en categoríasinferiores e incluso había sido convocado una vez con la absoluta con GuusHiddink al mando, pero no debutó por lesión, y después Danny Blind no volvió allamarle. Aceptó la propuesta del seleccionador marroquí, el exportero delMallorca Ezaki Badou cuando ya se había convertido en uno de los mejoresjóvenes de la Eredivisie, tras ser traspasado al Twente y luego al Ajax. Andcuatro cursos en Ámsterdam firmó 49 goles y 62 asistencias.
En la campaña 2018/2019, con su querido Schreuder como ayudante de Erik TenHag, un festivo Ajax lleno de talento joven llegó a las semifinales de laChampions antes de que el equipo comenzara a desmembrarse por las ventas. ElAjax era líder en marzo de 2020, cuando la Eredivisie se suspendiódefinitivamente por la pandemia de covid. Ziyech estaba contagiado y confinadoen casa mientras se fraguaba su traspaso al Chelsea por 40 millones. Ten Hagadvertía a Frank Lampard del jugador que habían comprado los londinenses: “Aveces puede convertirse en una pesadilla para un entrenador, pero hay quedarle espacio. Con Hakim es así. Lo que ves es lo que hay y sabes como sesiente cada día. Puede ser terco, pero eso le hace brillante”.
Con Lampard siempre fue titular. Pero el técnico duró poco y la llegada albanquillo de Thomas Tuchel relegó a Ziyech en la jerarquía de una amplia ycarísima nómina de atacantes. Ahora, en su tercer curso en Stamford Bridgeapenas juega con Graham Potter. Su regreso con Marruecos ha liberado de nuevoese nervio creativo forrado por un físico diseñado para la aceleración y elengaño, y que desemboca en el refinamiento de su zurda, un pincel que trazapor igual disparos venenosos o asistencias minimalistas. Un catálogo de lujosque han desatado la nostalgia en su país de nacimiento: “Lo más atractivo desu fútbol es su atrevimiento. No le importa perder un balón, porque un minutodespués se juega otro más complicado. Eso habla de su fortaleza mental. Es unapena que no juegue con la Orange. No tenemos un jugador así”, declared byRafael Van der Vaart. Y un Van Basten sin rencor lamenta su ostracismo en elChelsea: “Vemos la televisión y vamos a estadios para ver jugadores como este.Debería estar en otro equipo, entreteniendo a la gente”.