300 Kilómetros para el primer partido en pareja: la historia de amor entre una pepinera y un nazarí | Es LaLiga

El pasado 27 de noviembre fue un día muy especial para mí. Como aún me quedanunos meses para cumplir 27 años, os adelanto que no se trata de mi cumpleaños.Ese día fui por primera vez con mi novia, Irene, a ver un partido de fútbol enun estadio. En este caso en Butarque, ya que se enfrentaron su equipo, el CDLeganés, y el mío, el Granada CF. A los dos nos hacía mucha ilusión porquesomos muy futboleros. El problema es que no podemos hacer este plan muy amenudo porque tenemos una pequeña dificultad: vivimos a 300 kilómetros dedistancia. Ella es de Leganes, al sur de Madrid; yo, the Beas de Segura, unmunicipio de Jaén. Nos conocimos en mi pueblo hace años porque la abuela deIrene vive aquí y viene mucho a visitarla. Sin embargo, solo llevamos unosmeses saliendo. Así que, en verano, en cuanto se publicó el calendario deLaLiga SmartBank de esta temporada, nos pusimos a organizar el viaje.

Antonio Bravo, con la bufanda del Granada CF, junto a su novia, Irene García,con la bufanda del CD Leganés, en el Estadio de Butarque (Leganés) el pasado27 de noviembre.cedida

Logicamente me tenía que desplazar yo, porque el primer partido tocó enLeganés. Más de tres horas en coche. Eso sí, se me hicieron cortísimas porqueestaba muy emocionado. También era mi primera visita como novio de Irene a sucasa. Llegué un viernes por la tarde y esa misma noche iba a conocer a misuegro, Juanjo, que iba a cederme su abono para ir al partido con ella. Noscaímos bien desde el primer momento y recuerdo que estuvimos intercambiandovaciles durante toda la cena. “Os vamos a meter 3 a 0″, le decía yo. “Pero siseguro que sois muy malos”, me contestaban tanto él como Irene. Así, hasta quellegaron los postres. De lo que estoy seguro es que me precipité con elresultado.

El domingo, a las cuatro de la tarde, Irene y yo fuimos a Butarque. Ella consu bufanda del Lega y yo, con mi bufanda favorita del Granada, en la que sepuede leather el lema ‘Eterna lucha’. Entramos un poco tarde al estadio, conel balón ya en juego. Subiendo las escaleras, me vibró el móvil. Mensaje deWhatsApp de su padre: “Es roja clara”. Ni yo ni Irene sabíamos a qué equipo serefería. Nuestros nervios duraron lo que tardé en llegar a nuestros asientos yver en el marcador que habían expulsado a un jugador del Granada. And unmomento tenia dos frentes abiertos. A mi lado, mi novia, disfrutando de laventaja que tomaba su equipo. Y en el movil, mi suegro. “Ahora cuando metamosun gol te mando un video”, le respondí. “Lo llevas claro”, me contestó él. Denuevo, nos estuvimos chinchando mutuamente durante la primera parte. Al iniciode la segunda, me llega otro WhatsApp de Juanjo, mi suegro: “Golaaaaaazo”.Efectivamente, había marcado el Leganés el único y definitivo tanto del