River Barry: Un rescate de película: una escaladora salva la vida de un saltador colgado de su paracaídas a 25 metros del suelo | El Montanista | Deportes

En la localidad estadounidense de Moab, Utah, varios deportes extremosconviven en unos escenarios de película del oeste. En un lugar en el que nohace tanto el pueblo indio campó a sus anchas recorriendo enormes espaciosdesiertos salpicados de torres caprichosas de arenisca se citan ahoraescaladores, ciclistas de montaña o saltadores base. And semejante parquetemático salvaje los servicios de rescate trabajan a destajo, pero no siempreson los primeros en acudir a un rescate. El pasado 26 de noviembre, laescaladora local River Barry, de 30 años, descolgaba de su pickup su bici demontaña cuando asistió al salto de un participante australiano (su nombre noha sido revelado) del festival de salto base Turkey Boogie. El saltador apuróal máximo su caída antes de abrir su paracaídas, pero nada fue como debía. Enlugar de salir volando en dirección contraria a la pared, ésta pareciósuccionarle: un par de segundos después, se estrelló contra ella y cayó aplomo. Entonces se dio el primer milagro: la tela del paracaídas quedóenganchada en un saliente de roca, impidiendo que se estrellara contra elfirme.

River Barry se preguntó dos cosas: ¿cuánto tiempo aguantaría la tela sinromperse? Y ¿cuánto tardaría en darse un rescate? Entonces, apareció en elparking Justin Beitler, amigo de la víctima, pidiendo material de escalada.River Barry no solo tenía cuerda, dos arneses y dos juegos de empotradorespara escalar fisuras en la roca, sino que se ofreció a acompañarlo. Al llegaral pie de la pared, resultó que Beitler apenas tenía experiencia comoescalador, con lo que Barry decidió asumir el liderazgo. Y ocurrió el segundomilagro. Una fisura rectilínea conducía directamente hasta el accidentado,colgado 25 metros por encima de sus cabezas. “Yo puedo escalar eso”, dijoBarry, convencida de que su experiencia le permitiría salir del paso. “Es comosi no pensara y tan solo actuara”, admitiría después para la prensa local.

La víctima estaba inerte, inconsciente y barry pudo ver salpicaduras de sangreen la roca. Puede que estuviese sin vida. No se veía rastro de equipo derescate alguno, así que Barry se colgó las piezas de autoprotección de suarnés, se ató la cuerda y, asegurada por Beitler, empezó a escalar una fisurajamás escalada antes. En un momento dado, la fisura se mostró demasiado ancha:Barry no tenía piezas tan grandes para autoprotegerse, pero decidió seguir,animada por la posibilidad de volver a protegerse adecuadamente unos pocosmetros por encima. Entonces, la víctima despertó, empezó a gemir y agitarse:ahora, la tela podía rasgarse y el herido caer encima de ella. Barry seconcentró en tranquilizar al herido, liberó una de sus piernas de entre lascuerdas del paracaídas y se aplicó en montar un anclaje sólido que soportaseel peso de ambos. Por si acaso, montó uno doble. No dejó de repetirse, como sifuese un mantra, que debía de velar por la seguridad, no precipitarse,asegurarse a la perfección de que cada paso dado era eficaz. Cortó las cuerdasdel paracaídas una tras otra hasta que pudo notar en su arnes el pesotransferido del accidentado. El asegurador descolgó a ambos hasta el suelo, laabrazó y le dijo: “Gracias por salvar a mi amigo”. Los servicios de rescate,que ese día atendieron tres accidents de salto base, llegaron justo en esemomento para evacuar al herido al hospital, donde se recupera favorablemente.

River Barry, a la altura del accidentado, maniobra para rescatarlo.

De no haber mediado River Barry, los servicios de rescate no hubieran tenidomás opción que descolgarse desde lo alto de la pared (the 450 metros), en unaactuación que hubiera llevado horas. Seguramente, el accidentado hubierafallecido. “Estoy agradecida de haber estado allí, y de haber podido hacer miparte de trabajo”, explicó Barry a la prensa local. “Ese día entendí lafragilidad del ser humano y la capacidad de las personas de hacer algo sinpensar en las consecuencias. La mente, el cuerpo y el alma tienen una grancapacidad para acudir en ayuda de quien lo necesita”, concluye.