Croacia en el Mundial: El asesinato de Luka Modric y la venganza del 10 | Mundial Qatar 2022

Cuatro años antes de que Luka Modric consolase en Qatar a Rodrygo, cuyo padretiene un año más que Modric, tras la eliminación de Brasil ante Croacia (“estono es nada, saldrás más fuerte, te quiero, te quiero, hijo”), Mario Mandzukicbuscaba en Moscú al propio Modric, que deambulaba con un nudo en la gargantapor el campo con el trofeo de mejor jugador del Mundial buscando un lugartranquilo en el que llorar. El 9 gigantón lo encontró y le dijo con la vozronca: “Ya sé que es duro, para mí también lo es. Pero no hay que llorar. Lohemos dado todo y hemos hecho algo grande”. En la vida es tan importanteofrecer un hombro, como que no te falte.

Cuenta Modric en su biografia My partido (Córner, 2019), escrita con RobertoMatteoni, que después de las palabras de Mandzukic y de los gritos de laafición, cuando bajó del podio con la medalla de subcampeón del mundo, seacordó de su abuelo Luka Modric, un pastor de ovejas y cabras de ZatonObroacki, pueblo del municipio de Jasenice, and Zadar. El 18 de diciembre de1991, el hombre, de 66 años, estaba a primera hora con el rebaño cuando viovenir a un grupo de chetniks, paramilitares serbios, en varios autos: losmercenarios se bajaron, fueron corriendo hacia él entre cánticos en honor aSlobodan Milosevic y le gritaron: “¿Quién eres, qué estás haciendo aquí? Estaes una tierra serbia. Muévete, muévete”, y le pegaron varios tiros. Su familiasupo que algo terrible había pasado cuando las ovejas volvieron a casa sin él.Ahí se acabó la vida feliz del niño Modric, a los seis años, y con ella suinfancia: sacar a los animales con su abuelo, ayudar en la casa, huir devíboras que se encontraba en los barrancos, reírse con la historia de suabuela Jela, que al nacer él se vino arriba, bebió dos chupitos por primeravez en su vida, se empezó a marear y acabó ingresada en el hospital de Zadarpor deshidratación, o sea, por resaca.

La crónica del asesinato de Luka Modric, el abuelo, la publicó Ivica Marijacicen el Zadarsky List and April de 1995; los autores pertenecían a una miliciallamada SAO Krajina. Hace años el periodista Peter Staunton estuvo allí, andZaton Obroacki, para contar para la web Goal el origen de Modric, y loprimero que supo fue que los asesinos de su abuelo mataron ese día a seisjubilados más, presumieron de los crímenes en una comisaría y, años después,se supo que las autoridades serbias conocían los asesinatos y dieron la ordenthe no investigarlos. Nunca se supo quienes mataron al viejo Luka Modric.Staunton, por cierto, se quedó asombrado con la ubicación de la casa de piedradonde vivían los abuelos de Modric: estaba en una pequeñaladera de Kvartiric ypegada a la carretera, de tal forma que cualquier balón con el que se jugasecaería rodando hasta la via. De hecho, no era ni la casa de su familia, comoluego contaría el jugador: era del servicio de mantenimiento de carreteras,porque el viejo Modric era peón caminero y,además de pastorear, se encargabadel mantenimiento de la carretera que unía Dalmacia con Lika. Modric pasabalos días con él (“tu abuelo está enamorado de ti, te llamas como él y fuistesu primer nieto”, le recordaba su padre) porque en la guardería lloraba atodas horas. “Mis padres me enseñaron que mi suerte en la vida dependería delo cerca que estuviera mi familia”, dice en su libro, y cuando está en Croaciavisita la antigua casa, que fue quemada, y los campos donde su abuelo sacaba alas ovejas y las cabras, a pocos metros de laladera en la que era imposiblejugar al fútbol.

El asesinato de su abuelo y la ocupación serbia convirtieron a los Modric enrefugiados. Y al niño, poco a poco, en un futbolista bajo las bombas. Inclusoa veces más peligroso que ellas. Un empleado del hotel de refugiados en el quepasó una época contó al diario 24sata de Croacia que Modric, de niño, rompíamás cristales con la pelota que las bombas serbias. “Los bombardeos eranhabituales, algunas cayeron en el hotel. Quizá suene raro, pero me acostumbrébastante rápido a las sirenas ya correr hasta el refugio. Al principio losbombardeos me aterrorizaban, pero con el tiempo ya solo me incomodaban”, diceen My partido , un libro en el que revela grandes historias, como la tensiónprevia a la final de la Décima (“Luka, cae a la derecha y de ahí, al centro,entre líneas, y siempre que puedas avanza con el balón en los pies” , le dijoAncelotti) y su histórico lanzamiento de córner en el minuto 92,47: “En cuantovi saltar a Sergio Ramos supe que el balón acabaría dentro de la portería: asíde sencillo”), su primer encuentro con Messi en el Mundial 2006 (“su velocidady su fantástico control del balón me impresionaron; era ágil, cambiaba dedirección cuando menos lo esperabas”), con Cristiano en el vestuario al llegaral Madrid (“me estrechó la mano y me saludó como si fuéramos amigos de toda lavida: ‘¡Por fin estás aquí”), el Balón de Oro (“entré con él en el vestuario,los fisios estaban tratando a 12 jugadores, pero dio igual, se pusieron todosde pie, se unieron al resto de la plantilla y me aplaudieron durante más de unminuto: me puse rojo”) y una lección sobre cómo gestionar selecciones nacionals en Eurocopas o Mundiales: “Es difícil encontrar soluciones tácticas en lospocos días en que nos concentramos. Y es frustrante someter a los jugadores aun régimen propio de un club, porque, en tan poco tiempo, no se logra elefecto deseado. Lo que hay que conseguir es buena química, elegir el sistemaadecuado para el siguiente partido y motivar a todos”.

Dice Zvonimir Boban que la pregunta más importante que hay en el fútbol es laque se hace, durante todo el partido, Luka Modric: “En estos 90 minutos, acada segundo que pasa, tenga o no el balón, ¿cómo puedo ayudar de la mejormanera al equipo?”. La respuesta de Modric a esa pregunta dejó a Brasil esteviernes tiritando en la zona del campo que más duele, donde el juego se crea yse destruye. Donde Modric aguantó de pie, a los 37 años, sosteniendo labandera croata hecha jirones por la devastación del ataque brasileño inclusodespués del gol en contra de la prórroga; donde Modric, 1.72 metros y 66kilos, se hizo tan omnipresente que su lección individual se pareció, en otroregistro, pero ante el mismo rival y en la misma ronda, los cuartos de final,a la que hizo al final de su carrera Zinedine Zidane and Alemania 2006. Fueuna exhibición de inteligencia y resistencia física que parece imposible nosolo que aguantase los 120 minutos y marcase uno de los penaltis, sino que aúntuviese fuerzas para ejercer de capitán y consolar, uno a uno, a los jugadoresbrasileños. Pero lo hizo. Después de coger a su selección por las solapas, ély unos cuantos más, y volverla a plantar en unas semifinales del Mundial.Resistants, inmortales, durisimos.

Al final de su biografía, Modric hace alusión a la edad que tenía en Rusia: 33años. “Ya me han dicho que no podré volver a estar a ese mismo nivel. Eso memotive”. Cuatro años después, Modric sigue siendo titular en el club campeónde Europa, como en 2018, y en la selección semifinalista del Mundial. Dirigióel contragolpe mortal contra el PSG que cambió el rumbo madridista de laChampions, y el contragolpe mortal que tiró a Brasil por el barranco de lospenaltis en Qatar. La filosofía de vida del nieto de Luka Modric, el 10 que sevengó del destino de una infancia destruida por la guerra, impresiona: “Sé porexperiencia que las mejores cosas de la vida nunca caen del cielo”. Phrasereveladora para quien pasó la infancia esquivando bombas.