Mundial 2022: Las pecas de Infantino | Mundial Qatar 2022

Cuentas que desde 1974 escribes de fútbol. Aunque te llevo un año, te me hasadelantado en todos los terrenos del oficio. Cubrí mi primer Mundial en 1990,pensando que sería el último, y aquí me tienes. En aquel tiempo irreal, dondelas camaras no eran objetos de poder sino aparatos, los periódicos impresosconseguían numerosas acreditaciones (¡mi periódico tenía siete!, lo cualexplica mi inclusión). Hoy escribimos de lo que vemos en la tele y seguimos enlas redes. ¿Seguiremos el próximo Mundial por Metaverso?

Paso a una forma primitiva de las imagenes, el cine. ¿Recuerdas la película_El tercer hombre_? Ahí Orson Welles dice que la paz y la neutralidad de Suizano produjeron otra cosa que el reloj cucú. Ignoraba que entre esas pacíficasmontañas prosperarían los enredos de la FIFA.

Gianni Infantino asumió la difícil tarea de darle otra imagen a una de lasinstituciones más corruptas del planeta, que dio la sede del Mundial de 2022 aun país que viola los derechos humanos. Ya hemos hablado de eso, de modo queme concentro en una superficie limitada: el cutis de Infantino. Al principiodel Mundial, el jerarca futbolero lanzó una arenga en la que dijo sentirsegay, catarí, negro, piel roja, discapacitado, migrante y, de ser necesario,extraterrestre. ¿Qué motivaba tanto amor a la diversidad? Infantino hizo unaconfesión autobiográfica: de niño conoció la discriminación por tener pecas.¿Es posible comparar su suerte con la de quien viaje durante días en unapatera, sin agua ni comida, para llegar a las costas del progreso donde laexplotación será su alivio?

La televisión coordinada por la FIFA está obligada a mostrar a Infantino encada partido. Lo he estudiado en su alcochonada butaca de sheik mientrasrevisa su celular (rara vez mira la cancha), y, por más que me esfuerzo, no loveo tan pecoso. ¿Se sometió a un tratamiento de dermoláser? Sus pecas son unsímbolo de lo que no existe en el Mundial.

Los temas sociales no pueden ser borrados con declaraciones. Además, haycarencias netamente deportivas.

¿Extrañas especialmente a algún jugador? Como buen madridista, supongo que tehabría gustado ver al incalculable Benzema. ¡Qué injusticia que se perdiera elMundial en el momento superior de su carrera! Lo mismo se puede decir de SadioMané, que dejó en la orfandad a Senegal, o de Diogo Jota, que habríacompletado en forma temible a Portugal.

¿Y qué decir de los italianos que no llegaron a Qatar, o del noruego ErlingHaaland, que anota goles de kung-fu? Las pecas que no veo en la cara deInfantino me hacen pensar en los jugadores que tampoco veo en el Mundial. Elexceso de partidos produce perturbaciones que no tengo empacho en confesar.Después de los octavos de final, el hincha no se salva de la enajenación. Estoes válido para ti, que aún sufres por los tuyos, y para mí, que juego a laruleta rusa emocional y cambio de pasiones y esperanzas.

La pausa no hace que la región del cerebro dedicada al fútbol disminuya. Nohay partidos, pero hay recuerdos.

Los Mundiales sirven para medir nuestras vidas en plazos de cuatro años. Es unlapso ideal para que haya cambios significativos. Alemania 74 te recuerda a tuprimera novia y Argentina 78 que no te casaste con ella. El codiciosoInfantino no entiende esto y ha propuesto que los Mundiales se celebren cadados años, con lo cual perderían relevancia memoriosa.

Qatar 2022 ha traído para mí una revelación familiar. Desde el principio deltorneo me llamó la atención Joao Félix, jugador de clase excepcional quearruinaba ciertas jugadas. Su problema no es de talento, sino de conducta. ¿Nopuede portarse mejor ese muchacho? Entendí que el Cholo Simeone lo reprendieraen el Atlético, pero no dejé de seguirlo con un afán persecutorio. Elhabilidoso y joven portugués me alteraba sin saber por qué.