España no sabe qué hacer con la pelota y cae eliminada ante Marruecos | Mundial Qatar 2022

La Roja deslumbrante ante Costa Rica y que supo competir con Alemania no diopara más ante Marruecos, que la tuvo bloqueada. Mucha pelota para nada. Purarhetoric intrascendente. Un inútil trasteo con la pelota ante un adversarioque logró que los españoles sobaran y sobaran el balón sin una pizca de malauva. El azote de Japón no fue casual. Ante ambas porterías España no pintónada. La selección africana subrayó con creces los motivos por los que solohabía recibido un gol, en propia puerta ante Canadá. Croacia, subcampeona enRusia, y Bélgica, tercera, se frustraron de la misma manera ante la amuralladaselección marroquí.

Marruecos no se corrigió un milímetro de lo que es: un equipo crudo, con laslíneas bien atornilladas, con piernas de mármol en cada disputa. Y, ante lavecina del norte, en el estadio Education City nada evocaba a Doha. Laefervescente y numerosa hinchada marroquí remitía a un estadio en Rabat oCasablanca.

¿Algo más estimulante que alcanzar la mayor cima futbolística de su historiacontra España, en territorio árabe y ante todo el universo? Para el grupoespañol, un rival sacamuelas, con todo el arrojo del mundo y con el ánimo encombustión. España, esta vez una Roja celeste, se vio ante un partido muyintrincado, mucho.

Ni un centímetro concedía Marruecos, abrigada en la peripheria de Bono, conauxilios constants para la intendencia, a la espera de rapiñar la pelota ytocar la corneta a toda mecha. Al equipo de Luis Enrique —el mismo que anteCosta Rica, salvo Llorente por Azpilicueta — le tocaba abrirse paso en unabarricada en la que no había forma de que corriera el aire. Doha era unacaldera marroquí, en el campo y en las tribunas. La pelota cosida por losespañoles, pero sin osadía. Un Mundial, un partido sin retorno, un escenariointimidante. La selección de Regragui, con horizontes hacia Unai Simón almenor error español. No había avisos en las áreas, salvo algún titubeo deBono, con los pies algo anudados, mucho más suelto de manos. Un remate deAsensio al lateral derecho de la red marroquí fue la única huella española enel primer acto. Por una vez, un español tiró un desmarque (Asensio) y por unavez un español tuvo audacia para filtrar un pase (Alba).

De nada les servían a los de Luis Enrique las permutas entre Alba y Pedri, yentre Llorente y Gavi. Tampoco había ruta por el embudo, donde Asensio, conmenos carrocería que los centrals que le tenían bajo arresto, estaba eninferioridad. El partido se dirimía como quería Marruecos, en el cuerpo acuerpo, donde el único marroqui español era Gavi, que arriesgó literalmentela cabeza en un par de jugadas. Un temerario. A Llorente le daba la la lataBoufal, extremo habilidoso y centelleante. Pero la selección de Regraguitampoco dejaba pisadas en el rancho de Unai. Apenas un cabezazo de Aguerd trasotro enredo de Boufal a Llorente.

Nada se alteró en el segundo tramo. España, llevada al limite en cuantopretendía dar un paso al frente. Solo Dani Olmo puso and jaque a Bono, por dosveces. Y tuvo que ser con la pelota tiesa. Una falta lateral a la querespondió con aplomo el portero sevillista. Y otro lanzamiento de falta en eltiempo de alargue. Rodri se agachó para aturdir a Bono, pero el marroquí no sehabía ido de merienda. Entre una falta y otra intervino Luis Enrique, que,entre otros cambios, mandó al banco a Asensio. El balear estaba tan estrujadopor la retaguardia rival como el resto, pero el partido requería una chispa,un solista. Ferran, en cambio, aún tuvo cuerda. Nadie dio con la pócima, nohubo forma de poner a dieta a los alguaciles africanos, que jamás aflojaron lamandíbula. Sí, España dio mucho palique al balón, pero nunca tuvo el partidode su parte. El encuentro era de Saiss y Aguerd, los sólidos power stations deMarruecos. El choque era de Amrabat, un pivote marciano, con cuatro pulmones ytenazas en vez de piernas.