Yo te vi, papa, emocionarte con Messi | Mundial Qatar 2022

Ramón Eduardo Pujol, mi viejo, estaría puteando con su mejor cara de amargadoahora mismo, mientras todos celebramos el triunfo de Argentina contra Méxicoacá, en el living de mi casa, en Boedo, en Buenos Aires, si no fuera porqueeste miércoles a la madrugada se le tapó una arteria en el cerebro que lo matóel jueves, de tarde, cuando su corazón no aguantó más. El verbo en condicional—que tipeo y leo pero todavía no puedo hacer cuerpo— representa que mi papá noestá para la actividad que practicamos durante toda mi existencia — y lasuya—: para que nos peleemos. Y, sin embargo, siento que lo escucho: dice queArgentina se va a quedar afuera del Mundial rápido, que juega una porquería yque no se entiende tanto lío por este pibe Messi que no sirve para nada, quejuega bien en sus equipos pero que en la selection es un desastre.

Años de Mundiales y de mirar fútbol por televisión y de posicionarnos siempreen la vereda de enfrente, desde el inicio de mi vida, desde el primerrecuerdo, también en un living , cuando levantó su dedo índice para darnosla orden de que en casa la obligación era ser de River. Pero no, papi, así noes, así no fue nunca para Andrés, mi hermano, y para mí, que cada vez que eldedito aparecía corríamos en sentido contrario.

Ahora, mientras Messi muestra su felicidad con el partido terminado, despuésde ese gol de crack, ese movimiento perfecto y la precisión exacta para cruzaresa pelota al palo izquierdo del arquero, lo imagino mirando la tele ensilencio, o tomándose las manos y moviendo la cabeza negativamente, diciendosin decir “qué culo que tiene este pibe”, sin nombrarlo siquiera, o contandolos jugadores que él vio y que nosotros no, que por eso no entendemos nada defútbol. “Jugadores eran los de antes, la Oveja Telch, Rendo, Sanfilippo,mamita, que goleador; el Beto Alonso, por Dios, esos sí que eran cracks. OPassarella, papa, que defensor. Estos jugadores de ahora no entiden nada”. Mipapá odió a Messi así como odió a Maradona toda la vida y nos volvió locosdestilando furia y palabras llenas de resentimiento contra esos futbolistasque nos gustan. Porque mi viejo Pelé y nosotros Maradona, mi viejo Beto Alonsoy nosotros Juan Román Riquelme, mi viejo Gallardo y nosotros Carlos Bianchi,mi viejo Cristiano Ronaldo y nosotros Lionel Messi. Recién, después deltriunfo de Argentina y del alivio de este 2 a 0 que nos asegura que seguimosen modo Mundial, le pregunté a mi hermano por qué pensaba que papi había sidosiempre así. ¿Por qué no le gustaban los artistas de la pelota? ¿Por quésiempre contra nosotros? ¿O habrá sido que nosotros estábamos contra él? Noscuesta ponerle respuestas a los interrogantes que se desataban cuando asomabalos colmillos como puñales y parecía un perro con rabia, malevo. Sabemos quemi viejo tuvo una vida llena de tragedias. Los abandonos en la infancia, laseparación de sus hermanitos por la enfermedad de mi abuela que lo alejó desus afectos, la muerte de su primer hijo, mi hermano Fernando, cuando Andrés yyo éramos muy chicos, y ese golpe del que no pudo salir: lo agarramos sinenergía, crecimos y vivimos con un papá que vio la vida gris. Muchascicatrices y poco fútbol, ​​poco juego y poca felicidad, para una nena y unvarón, los que le quedaron, que vivían jugando a la pelota, pero que nuncacontaron con su viejo -mi viejo- para patear aunque sea un rato o para ir a lacancha, o que tuviera recursos amorosos para convencernos de que River sí. Nisiquiera sentarnos a gritar un gol juntos, viejo. En el último tiempo ya casino hablábamos de fútbol porque después de tantos años de escucharlo llevar lacontra yo había perdido la paciencia. Sin embargo, la última vez que vino a micasa le puse la serie Sean eternos , and Netflix, about the conquista deArgentina and la Copa América. La miró con cara de culo y volvió a criticar aMessi, acá, en este sillón. Su argumento en estas semanas era que Lionel estáviejo: “Ya no corre como antes, miralo, ya no sirve, no es el mismo”. Pero enel capítulo en el que aparece la charla que el 10 dio antes de salir a lafinal en Brasil se emocionó. Intento hacerse el boludo. Pero yo te vi, papi,se te llenaron los ojos de lágrimas cuando Messi decía que Dios había puestola final ahí para que levantaran la Copa en el Maracaná, para que la trajeran