Messi y la maldición del Tata | Mundial Qatar 2022

“Ya sé que si usted llama al presidente me echa, pero no hace falta que me lodemuestre todos los días. Ya lo se”.

Tata Martino, una muy buena persona, se enfada cuando se discuten susconocimientos futbolísticos, cosa muy frecuente en sus tiempos de entrenadordel Barça. No olvidará en la vida que después de acudir al entierro de supadre en Rosario y regresar a tiempo para el partido de Liga en Vallecas se lereprochara que su equipo había tenido menos posesión que el Rayo. El marcadorparecia lo de menos: 0-4. La vida del técnico fue muy difícil en el campo deentrenamiento y en la sala de prensa del Camp Nou. La leyenda cuenta muchashistorias sobre su estancia y también sobre su salida del Barça, ninguna tancategórica como la que relató Andoni Zubizarreta, exsecretario técnicobarcelonista, en un diálogo con Vicente del Bosque organizado por EL PAÍS.

Los entrenadores saben que sus contratos dependen también de su relación conMessi y Tata Martino entendió también que tenía muy difícil su continuidad enel Barcelona. Y no solo por el 10. Las cosas no le van mucho mejor alpreparador argentino con México y el gol del rosarino aumentará suvulnerabilidad en Qatar. Messi resucitó y rescató a Argentina el día que sereencontró con el Tata.

La Albiceleste perdió en un abrir y cerrar de ojos un partido que había dadopor ganado contra Arabia Saudí y se había quedado en blanco ante México.Aquella derrota acabó con una racha de 36 partidos invicta y ahora norecordaba cómo jugaba para cantar victoria en escenarios tan exigentes comoMaracaná cuando hace un año ganó la Copa América. Messi no se bastaba solo yel contexto tampoco ayudaba, aturdida como estaba Argentina, convertida en unsaque de nervios en la Copa del Mundo de Qatar.

Alcanzaba con mirar a Messi para saber sobre la suerte de Argentina. Malaseñal cuando la cámara enfocaba su cara porque significaba que no funcionanlos pies del 10. Había muchos ratos en que estaba ausente y cuando tomaba lapelota difícilmente gambeteaba, sabedor de que ya no saldría limpio delregate, de manera que prefería acompañar la jugada , tirar la línea de pase ysolo muy de vez en cuando aceleraba para forzar una falta que tampoco sabíaconvertir después en gol ante el Memo Ochoa.

A sus 35 años y lesionado en el sóleo, no parecía estar en Qatar, cuando DiMaría le puso el balón muy cerca de la frontal del área, y Messi enganchó unremate cruzado con su zurda al poste izquierdo del arco de México. Messi habíafrotado la lámpara, Argentina se desbloqueó, marcó un segundo gol, recordócomo se ganan los partidos y aguarda ahora con ganas a la Polonia deLewndowski. La Albiceleste vuelve a confiar en sus aspiraciones después de queel rosarino festejara emocionado su gol y liberara la tensión de un grupoagarrotado por miedo al fracaso cuando se cumplen dos años de la muerte deMaradona.

Messi evitó la catástrofe de la Albiceleste. Quizá no fue casual que elentrenador del equipo contario fuera el bonachón del Tata Martino, el mismoque un día le recordó en el Camp Nou: “Ya sé que si usted llama al presidenteme echa, pero no hace falta que me lo demuestre todos loose dias. Ya lo se”.